[Viene de Noches toledanas (I)]
Comenzaron la escalada y eran casi las dos de la mañana. El guarda iba primero con su linterna frontal y detrás el rescatador, con un petate a la espalda de más de 20 kilos y 100 metros de cuerda estática enganchados al anillo del arnés. Dentro del petate ya sabemos lo que había, pero encima iba también un rotativo luminoso, como el de los tractores, que permitía a los miembros del grupo de rescate que permanecían abajo localizar la cordada en todo momento. Éstos idearon un sistema que al guarda le iría de perlas: de uno de los todo terreno desmontaron un faro de la parrilla frontal, de tal manera que quedaba colgando de los cables y podían dirigirlo hacia la pared, orientados por la luz del rotativo.
Comenzaron la escalada y eran casi las dos de la mañana. El guarda iba primero con su linterna frontal y detrás el rescatador, con un petate a la espalda de más de 20 kilos y 100 metros de cuerda estática enganchados al anillo del arnés. Dentro del petate ya sabemos lo que había, pero encima iba también un rotativo luminoso, como el de los tractores, que permitía a los miembros del grupo de rescate que permanecían abajo localizar la cordada en todo momento. Éstos idearon un sistema que al guarda le iría de perlas: de uno de los todo terreno desmontaron un faro de la parrilla frontal, de tal manera que quedaba colgando de los cables y podían dirigirlo hacia la pared, orientados por la luz del rotativo.