Los embaucadores

   Cuando salen a la palestra siempre impactan a su público. Nunca dejan a nadie indiferente y aunque saben  que van a generar opiniones contrapuestas al cincuenta por ciento, confían ciegamente en que sus adeptos quedarán, una vez más, fascinados por su verborrea. Son capaces de contradecirse en un mismo foro y en un corto espacio de tiempo, y pueden cambiar sus principios como una veleta cambia de dirección. Todo ello sin el menor remordimiento.


       Algunos son inocuos y otros muy perniciosos. La magnitud del engaño depende de la cantidad  de personas a las que consiguen convencer con su discurso, y la gravedad del daño que causan obedece al tipo de personas a las que logran embaucar. Si los embaucados solo son almas cándidas no generarán trastornos de gran trascendencia, pues las personas simples argumentan con dificultades, pero si los embaucadores consiguen persuadir a los necios la catástrofe está casi asegurada. Éstos últimos son capaces de defender lo indefendible y de negar las evidencias solo para demostrar (...bueno..., demostrar no sabemos qué, porque demostrar lo indemostrable no es posible...) digamos que son capaces de nadar contra corriente difundiendo bulos y patrañas, únicamente para ganarse la confianza de sus idolatrados embaucadores. Muchos de ellos, de los necios me refiero, tienen la capacidad de manipular no solo a cándidos y a otros necios como ellos, sino también a personas con criterio. Esta capacidad de manipular los sentimientos de  personas razonables y críticas es algo  muy peligroso que puede producir destrozos irreparables en cualquier tipo de valor (...no hay más que zapear un poco por los debates televisivos).

      Embaucadores hay en todos los terrenos. Desde los vendedores de elixir del fart west hasta los políticos actuales -que podrían considerarse como los arquetipos- pasando por deportistas y montañistas (un ejemplo que viene muy a cuento al tratarse retroroc de un blog relacionado con el mundo de la montaña). Estos personajes no se sabe muy bien cómo se las ingenian para conseguir sus objetivos, pero los "consiguen". Objetivos que a la vista de un observador neutral...bueno, mejor diremos extraterrestre, parecen perseguir únicamente la aprobación de sus incondicionales (que difundirán las falsedades con ahínco hasta conseguir que incluso los críticos queden confusos). Queda patente, por ejemplo, que ni se cumplen promesas electorales ni se completan -pero se dan por completados- proyectos anunciados a bombo y platillo.  Es difícil luchar contra esta lacra y así lo ha demostrado la historia, pero también está claro que el tiempo pone a cada uno en su sitio.