[Viene de 2034 (I)]
Aquel día en que había recurrido al celador
de vía para que le asegurase, el hombre de la cabeza brillante había
conseguido el encadenamiento perseguido. Se trataba de una vía que él mismo
había equipado 25 años atrás y que, por circunstancias de la vida, se le
había quedado en el tintero. El accidente del ojo fue determinante para frenar
la evolución del hombre de la cabeza brillante, bueno, mejor que
evolución podríamos decir progresión en el estancamiento, en el sentido
coloquial de la palabra.
Por aquel entonces, hace 25 años decimos, el hombre de la cabeza brillante llevaba casi otros 20 sin aumentar su nivel; simplemente mantenía, a base de "fogonazos", el grado máximo que consiguiera cuando tenía 25 años de edad, o sea, hace ahora mismo 44 años. Con 69 años recién cumplidos, el hombre de la cabeza brillante estaba a punto de jubilarse; ya sólo le quedaban dos ó tres más y podría dedicarse de pleno a lo que más le había apasionado a lo largo de su vida.
Por aquel entonces, hace 25 años decimos, el hombre de la cabeza brillante llevaba casi otros 20 sin aumentar su nivel; simplemente mantenía, a base de "fogonazos", el grado máximo que consiguiera cuando tenía 25 años de edad, o sea, hace ahora mismo 44 años. Con 69 años recién cumplidos, el hombre de la cabeza brillante estaba a punto de jubilarse; ya sólo le quedaban dos ó tres más y podría dedicarse de pleno a lo que más le había apasionado a lo largo de su vida.
La
pensión no iba a ser muy buena...bueno, lo que antes se llamaba pensión, que
ahora era la REDIEX (Remuneración Digna del Ex-cotizante). Para calcular
la base de cotización, y por consiguiente la cantidad a cobrar, computaba no
sólo toda la vida laboral, sino también todo tipo de gratificaciones dinerarias
recibidas a lo largo de la vida (1ª comunión, matrimonio, los Reyes Magos, o
Papá Noel en su defecto, también los cumpleaños, santos, campeonatos de
guiñote...) y como para las generaciones que se estaban jubilando en estos
tiempos resultaba difícil aportar documentación alguna, el Gobierno Unánime
había establecido una RFSC (Remuneración Fija Según Cuna) que oscilaba
entre 10.000 y 1.000.000 de npts. anuales. Es decir, se calculaban para el
ex-cotizante unas cantidades anuales percibidas en función de su estatus
familiar. Pero bueno, como explicar aquí estas menudencias para concluir que al
hombre de la cabeza brillante le iba a quedar una mierda de pensión,
digo, de REDIEX, tampoco aporta nada especial al relato, pasaremos a
pormenorizar algunos detalles y emociones de su último encadenamiento.
Se encontraba el hombre de la cabeza
brillante a punto de finalizar su escalada, reposando con la rodilla
empotrada en un nicho y haciendo una fuerza de palanca tremenda con el empeine
y el talón, cuando notó un pequeño crujido en su pierna derecha. Era la
prótesis de su cadera, que se había movido un poco. No le importó mucho porque
confiaba en la pieza que se había implantado años atrás, que era de última
generación y le había costado más de tres años completos de sueldo (hacía ya
tiempo que el antiguo seguro médico estaba excluido de las prestaciones
sociales). Miraba hacia la izquierda girando exageradamente el cuello, y es que
con el ojo izquierdo no veía mucho...bueno, en realidad no veía nada. Cuando le
saltó aquella electroválvula mientras reparaba una instalación neumática, notó
como si le hubieran disparado a quemarropa; aquella pieza de latón salió como
una bala impulsada por la fuerza de siete bares de presión, impactando de lleno
en el ojo y dejándolo tuerto de por vida. Había cometido un error de
precipitación, como tantos otros errores que uno comete en esta vida, al no
cerrar la llave del aire y vaciar el circuito.
Ahora, en aquel nicho y con un fuerte dolor de cuello debido a la
forzada posición que estaba adoptando para visualizar los últimos agarres,
pensó que no debía precipitarse, que tenía que relajarse lo más posible, Como
en un nirvana, se dijo a sí mismo. ¡Estaré un par de minutos, no me
bajes eh!, le gritó al celador de vía. Entonces cerró los ojos y por su
mente pasó la vida entera, como dicen que pasa en los instantes previos a la
muerte. Pensó en sus dos hijos que habían emigrado en la segunda década del
siglo, durante la última crisis de moral (económica, decían los gobernantes).
Uno de ellos, el mayor, se había ido a Australia. El hombre de la cabeza brillante de Australia
no conocía más que Punks in the Gym.
Vente aquí, conmigo, le decía su hijo siempre que hablaba con él por la webcam
del cibercafé, aquí no se pagan tasas para escalar. Ya me gustaría probar la Punks, hijo mío, pero no puedo, tu madre
se quedaría aquí sola. Al final, su madre, la mujer del hombre de la cabeza brillante, había marchado con la pequeña a Venezuela,
estaba algo aborrecida de la vida que llevaba con su marido. Cuídala bien, le
dijo el hombre de la cabeza brillante
a su hija, nos quiere mucho.
Allí
seguía, con la rodilla empotrada pero ya sin dolor, la tortícolis amainando y
la cadera otra vez en su sitio, memorizando los dos últimos movimientos. Estaba sólo, se notaba sólo, el celador le gritaba desde abajo que se le
había acabado el tiempo, él no lo oía, sólo pensaba. Cuando arrancó del reposo su cuerpo fluía
como el agua, un bidedo por aquí, una
talón por allá... y en siete segundos estaba pasando la cuerda por la cadena.
No gritó, hacía tiempo que no gritaba de alegría tras encadenar, no creía mucho
en las alegrías, y menos iba a manifestar algo así en presencia de aquel infame
asegurador, aunque hubieran pasado casi 10 años desde que hubiera conseguido un
encadenamiento de aquella dificultad.
Cuando
volvió a casa pensó que era la última vez que iba a esforzarse de esta manera,
que por esta dichosa afición no merecía la pena arriesgarse a perder más de lo
que ya había perdido. Seguramente mañana no podría ir a trabajar, tendría que
estar todo el día descansando, con la bolsa de guisantes en la cadera y unos
paños calientes en el cuello. Pensaba en solucionarlo como en otras ocasiones;
como su jefe iba a estar de viaje, se quitaría el ojo de cristal y se lo
dejaría a su amigo para que fuera a fichar a su puesto de trabajo. En estos tiempos modernos,
los empresarios habían sustituido el sistema de fichar en el reloj con tarjeta,
por un lector del iris... y el ojo de cristal del hombre de la cabeza brillante
también era de última generación.
"progresión en el estancamiento"
ResponderEliminar" de Australia no conocía más que Punks in the gym "
jajajaja me descojonooooo.
Te has superado, Set !!
Ya me parecía a mí que me estaba estancando....Motivación !!!!sólo me quedan 25 años y a encadenar....Un saludo Set.
ResponderEliminarRediex!!!!Redios Set que bueno...me voy a poner en breve el ojo de cristal pa no ir a currar...Isa
ResponderEliminarExcelente...echaba de menos tus posts. Y como seas un visionario, los piés de via serán todo un desfile de cabezas brillantes...tal vez las de los celadores incluidas.
ResponderEliminarComo simpre, genial....la imaginación nos ayuda a vivir!!!!
ResponderEliminarJAJAJAJAJA.....YO SIN DUDA REMITIRIA ESTOS DOS POST AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO PARA QUE SE ANTICIPE A LO QUE PUEDA VENIR.....
ResponderEliminarUna vez más un excelente relato.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.